Nocturno siete
Todos a bailar en aquella divertida y lúdica mañana. Desfilan vallenatos, porros, cumbias, merengues y guabinas.
Una ranchera se cuela y el pequeño baila casi en solitario «Ay Chavela». Recuerda a su padre bailando y cortejando a la bonita propietaria de aquel bar del mágico pueblo ahumado. Los recuerdos lo hacen rey de la improvisada pista.
Seleccionados, la profesora les enseñó los pasos y zapateos de aquel hermoso joropo «El galerón llanero».
El pequeño y su pequeña pareja son invitados a participar de festivales bailables en otras escuelas.
Se organiza un bazar y con los fondos recolectados les compran un atuendo apropiado.
Los dos son felices en cada presentación de su baile joropiao.
El mosalbete bailaor sueña mientras sostiene las pequeñas manos de su amada bailaora.